“ Kameny era el más convencional de los hombres, centrado por completo en su trabajo, en Harvard y en Georgetown… Por lo que no pudo comprender que aquella mañana de 1956 fuera a sufrir el mismo destino que décadas antes sufriera Prescott Townsend” [1].
Acababa de completar su tesis doctoral en astronomía: “A Photoelectric Study of Some RV Tauri and Yellow Semiregular Variables” bajo la supervisión de la profesora Cecilia Payne-Gaposchkin, la primera mujer jefa de departamento en Harvard y descubridora de la composición de las estrellas. Un final extraordinario para un camino que emprendió a los 16 años cuando entró en el Queens College para estudiar física y que se vio interrumpido al ser reclutado por el ejército de los Estados Unidos para servir en la Segunda Guerra Mundial.
Volvía agotado pero contento. Más de 15 horas de autobús desde Tucson le habían dejado entumecido. La estación de autobuses de San Francisco era un hervidero, un extraño se le acercó y le manoseó con demasiada familiaridad. A los pocos minutos unos policías de paisano le detuvieron. Alguien le había denunciado. Condenado a tres años de libertad condicional no intentó luchar contra los cargos ante la promesa de que sus antecedentes penales serían borrados tras cumplir la condena. Kamely nunca pensó que afectara a sus perspectivas de empleo.

Enseñó durante un año en el Departamento de Astronomía de la Universidad de Georgetown y fue contratado en julio de 1957 por el Servicio de Mapas del Ejército de los EE. UU. Sin embargo, cuando sus superiores supieron de su arresto en San Francisco y lo interrogaron, él se negó a dar información sobre su orientación sexual. Al poco tiempo fue despedido y en enero de 1958 el gobierno federal le prohibió un futuro empleo. Nunca volvió a tener un trabajo remunerado y vivió del apoyo de amigos y familiares el resto de su vida. Kameny apeló contra su despido ante los tribunales, perdiendo dos veces antes de buscar una revisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos, que se negó a considerar el caso y rechazó su petición. A pesar de ello, su caso es de sorprendente relevancia al ser la primera reclamación de derechos civiles basado en la orientación sexual.
La carrera científica no se ve como un camino tradicional que sigan las personas LGTBQI+ (siglas que designan al colectivo compuesto por lesbianas, gays, transgéneros, transexuales, bisexuales, intersexuales, queer y el resto de identidades y orientaciones incluidas en el +, que nos indica que el colectivo sigue en constante crecimiento), a las que se representa habitualmente como trabajadores del mundo del espectáculo y la industria de la moda.[3]
El precio que pagan las personas debido a los prejuicios sociales que refuerzan la primacía de los roles de sexo binario y las jerarquías de privilegio basadas en el género y la raza son enormes, pero no hay que olvidar que La Ciencia, como institución tradicionalmente de cultura conservadora, tiene un coste asociado a la perdida de ese talento.
Por ello, el 18 de noviembre que simboliza el aniversario de la lucha del astrónomo estadounidense y activista gay Frank Kameny en la Corte Suprema de EE. UU. contra la discriminación en el lugar de trabajo, ha sido elegido el Día Internacional de las Personas LGTBQIA+ en STEM para resaltar el trabajo y las barreras de las personas de ese colectivo en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

El gobierno americano le pidió perdón a Frank Kamely en 2009, pero nunca sabremos cuales hubieran sido sus aportaciones a la ciencia. ÉL abandonó su trabajo de manera forzosa, pero en 2019 el proyecto Explorando el lugar de trabajo para científicos físicos LGBT+ desveló que el 28% de las personas LGBT+ en algún momento ha considerado dejar su lugar de trabajo debido a ser un lugar hostil y discriminatorio para ellos y el 20% de las personas trans declaran considerarlo a menudo.
Uno de cada tres físicos de EE. UU. permanece en el armario para progresar en su carrera. La mitad de los físicos transgénero o de género no conforme fueron acosados en sus propios departamentos según la encuesta de la Sociedad Estadounidense de Física de 2015. Los estudiantes homosexuales y bisexuales tienen menos probabilidades de seguir una carrera académica [2018 Salir del armario en STEM: Factores que afectan la retención de estudiantes STEM de minorías sexuales]. Esta lucha se complica todavía más cuando se añaden otros factores como género o color.
Las grandes ideas se desarrollan en grupo, pero parten de individuos extraordinarios. La diversidad en la ciencia debería ser parte de su grandeza, así lo demuestran el matemático Alan Turing, castrado químicamente a pesar de sus grandes contribuciones, la física y astronauta de la NASA Sally Ride, cuya orientación sexual no desveló nunca para no perjudicar su labor y que fue desvelada tras su muerte o el extraordinario caso del neurobiólogo estadounidense Ben Barres, que fue el primer científico transgénero que ingresó en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos en 2013.
Todo el mundo necesita un modelo con el que sentirse identificado y el apoyo de sus instituciones. “Ver a alguien de éxito y declarando abiertamente su sexualidad me dejó más claro que podía alcanzar el éxito como un individuo completamente abierto”[2]
- [1]Douglass Shand-Tucci…
- [2]How I realized that LGBT+ scientists like me can inspire others in their field (massivesci.com) ¿Dónde están todos los científicos LGBT? Sexualidad e identidad de género en la ciencia – Science in School
- [3]¿Dónde están todos los científicos LGBT? Sexualidad e identidad de género en la ciencia
Artículo creado como colaboración para #Polivulgadores de hhtps://cafehypatia.wordpress.com/ con el tema #PVsesgos