No deja de sorprender cómo criaturas cósmicas tan increíbles como los agujeros negros, que han provocado  tanto el rechazo como la fascinación de los científicos, pasan tan rápidamente a formar parte del saber popular. Innegable es que han sido un tema excelente para la ficción, tanto literaria como cinematográfica, y que ella ha sabido introducirlos en el ámbito de lo cotidiano. Sin ir muy lejos, la extraordinaria película Interestelar de Christopher Nolan asesorado por Kip Thorne – ganador del Premio Nobel de Física – los consagró como algo bello pero muy real. Si se hiciera un viaje hacia atrás en el tiempo, a la década de los años 60, se vería que ya en la primera temporada de Star Trek, en su episodio ‘Ayer es mañana’, la nave Enterprise se encuentra con una ‘estrella negra’ invisible que la atrae poderosamente.
Sí, los agujeros negros no siempre recibieron este nombre. La expresión mundialmente conocida se hizo oficial a partir del año 1967. Hasta entonces, diversos nombres servían para referirse a estos seductores elementos cósmicos: ‘estrella oscura’, ‘estrella congelada’, ‘objetos gravitacionalmente colapsados’ o ‘collapsars’.
«En la ciencia la importancia de un buen nombre no se debe subestimar» diría Hawking refiriéndose a lo acertado del término ‘agujero negro’ que tiene un valor metafórico innegable.
La importancia del nombre adecuado queda fuera de toda cuestión. Basta con leer la obra de Oscar Wilde – La importancia de llamarse Ernesto – para darse cuenta de que esto ocurre en cualquier ámbito de la vida, pero  en Física un buen nombre es trascendental ya que ayuda a establecer el esquema mental con el que vemos un concepto, abriendo vías inconscientes de investigación.
Se atribuye a John Archibal Wheeler, físico relativista norteamericano e hijo de bibliotecarios, el haber acuñado el término ‘agujero negro’. No es de extrañar, pues Wheeler se preocupaba, más que cualquier otra persona, por la utilización de nombres óptimos y a él debemos grandes y elegantes expresiones como por ejemplo ‘agujeros de gusano’ y también una de las más hermosas definiciones de la relatividad general «El espacio-tiempo le dice a la materia como moverse; la materia le dice al espacio-tiempo como curvarse».
Al parecer, según sus propias declaraciones, introdujo el término ‘agujero negro’ durante una conferencia organizada por la NASA para el Goddard Institute for Space Studies celebrada en Nueva York en 1967. Como el propio Wheeler dijo, fue «metafóricamente trivial, pero psicológicamente poderoso» ya que facilitó su paso a la mitología de la ciencia-ficción y estimuló su investigación. Durante un corto periodo de tiempo esta expresión fue considerada demasiado exótica, de forma que en la bibliografía científica y en la prensa se escribía entre comillas – «agujero negro»-. Pronto sería adoptada por todos a pesar de que en Francia (trou noir) y para algunos, como Feynman, tenía connotaciones obscenas.
Pero al parecer, mucho antes de que Wheeler la acuñara, esta expresión ya había sido oída en otros foros. En la revista Life, el editor Albert Rosenfeld utilizó la expresión ‘agujero negro’ en el año 1963, en un artículo sobre los recién descubiertos cuásares. Rosenfeld aseguraba no haber inventado el término, simplemente lo escuchó en el congreso científico sobre el tema que tuvo lugar en Texas, pero no sabía exactamente a quién. La frase volvió a escucharse en una reunión de la Asociación Americana para el Avance de Ciencia (AAAS) en Cleveland, está vez en boca del físico Hong-Yee ChIu, creador del término «cuasar». Sin embargo, cuando se le preguntó, Chiu admitió que no era un término de su creación, simplemente lo tomó de quien realmente había usado la frase desde el comienzo, el Físico Robert Dicke, científico experimental y teórico en el campo de la gravitación.
Dicke pudo haber lanzado el término a la atmosfera científica, ya que era una de sus frases preferidas y solía usarla en su entorno familiar cada vez que algo desaparecía. Ahora bien, la expresión que él solía usar era realmente ‘Agujero negro de Calcuta‘.
La expresión usada por Dicke tiene una oscura historia y se popularizó a raíz de un terrible episodio ocurrido en 1756 en los cuarteles de Fort William, en Calcuta. 146 británicos fueron hechos prisioneros y parte de ellos fueron encerrados durante una noche en unas celdas minúsculas y agobiantes conocidas como ‘agujeros negros’. Muy pocos lograron sobrevivir al sofocante calor nocturno y desde entonces la palabra ‘agujero negro’ hace referencia a un lugar de confinamiento del que jamás se podrá salir.
Independientemente de si Wheeler conocía o no estos usos anteriores hay que atribuirle gran parte del mérito ya que su decisión de adoptarlo públicamente representó su ‘bautismo’ oficial. El físico Thorne cuenta en su libro ‘Agujeros negros y tiempos curvos’ que durante su conferencia sobre pulsares en Nueva York, Wheeler cansado de usar el término ‘Estrella completamente colapsada gravitacionalmente’, usó el término ‘agujero negro’, y lo hizo como si ningún otro nombre hubiese existido nunca, como si todo el mundo estuviese ya de acuerdo en que éste era el nombre correcto.
Sin embargo, el propio Wheeler contó su versión en varias ocasiones: «Bueno, después de utilizar esa frase [estrella completamente colapsada gravitacionalmente] cuatro o cinco veces alguien del público comento: «¿por qué no lo llama agujero negro?» y lo adopté».

Texto inspirado en el libro de Marcia Bartusiak, ‘Agujeros Negros. Cómo una idea abandonada por Newton, odiada por Einstein y retomada por Hawking vuelve a enamorarnos.’ Ed. Planeta 2016

Una excelente y amena biografía de los agujeros negros. Una familiarización y contextualización de la ciencia del siglo XX. Los debates y los cambios de opinión, desde el escepticismo a la  creencia ciega de algunos de los científicos, pero sobre todos muestra la gran pasión que ponían en su trabajo.

Sobre la Autora:

Marcia Bartusiak se dedica a la divulgación científica en los campos de la astronomía y la física. Autora de siete libros, es profesora de Escritura científica en el Instituto de Tecnología de Massachusetts.

Un comentario sobre “¿Por qué no lo llama ‘agujero negro’?

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